"Agranda la puerta, padre,
porque no puedo pasar;
la hiciste para los niños,
yo he crecido a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad bendita
en que vivir es soñar".
Unamuno
De nuevo vuelvo con mi celebración de los solsticios. Esta noche a las 22:47 comenzará el invierno, será el solsticio de invierno.
Como decía el refranero “Por Santa Lucía, más noche que día …, pero achican las noches y agrandan los días. Por Navidad los ciegos lo verán.”
Y como siempre ando buscando la luz.
Este año de nuevo vuelven a mi memoria, casi se hacen realidad aquellos recuerdos de nuestra infancia, los olores a pastas cocidas en el horno, los sabores que impregnaban nuestras bocas al probar aquel “rollico” recién salido del horno, quemando, pero que nos envolvía el paladar con el sabor del azúcar y la canela, el tacto sedoso de las peladillas, la sensación “rasposa” (en villenero) de las almendras garrapiñadas.
El ir y venir al “Horno el Paso” a recoger las latas con los mantecados, las magdalenas.
Era un trajín sin fin, predecía alegría, la reunión de TODOS, porque formábamos un todo.
Hacía mucho frío en las calles y al entrar al horno era como entrar al paraíso, todos nuestros sentidos se alertaban, los olores entremezclados de la harina tostada, el pan cocido , el azúcar tostado, la canela, la vista que hacía cierto aquello que en la escuela nos habían contado sobre un perro que salivaba al tocar una campana, sí, ¡era verdad!, allí no había campana, había maravillas, presagio de largas reuniones, de largas “charretas” de recuerdos, de viejas historias que nunca querían que los críos escucháramos, pero que como búhos teníamos los ojos muy abiertos y la memoria preparada, de sueños. Sí dos tipos de sueños, los de los mayores que soñaban con un mundo mejor, y los nuestros que se proyectaban hasta el día 5 de enero. Porque no había llegado a nosotros ni Papá Noel, ni santa Claus, en Nochebuena tocaba el turrón, las peladillas y con suerte un sórbico de mistela, un vínico dulce, decían que era de misa, en unas copitas muy pequeñas del tamaño de un dedal.
Éramos de los Reyes Magos y de sus pajes, había que esperar.
Pero pasaron los años y vimos como fueron desapareciendo algunos de los personajes de nuestro recuerdo y nosotros ocupábamos su lugar, ahora somos nosotras las abuelas, las que hacemos rollicos, las que escondemos regalos, las que soñamos con un mundo mejor, nuevo. Porque a la hora de la verdad estamos en una “sociedad del tener y no del ser”. Todo es fácil y accesible, aunque nos quejemos de la subida de los precios, pero mientras tanto estamos derrochando electricidad en función de la Navidad, es una mala escusa. Navidad es otra cosa. Navidad debería de ser un estado que perdurara en nuestros espíritus todo el año. Sí, porque mucho decir “Felicidades, Feliz Navidad…” pero en unos días la realidad nos dejará helados. La política, la economía y la GUERRA que se ha convertido casi en cotidiana, la miramos, no la vemos, en cualquier noticiario, nos hará sentir indiferentes en cierta medida.
Pero sin ir más lejos a nuestro alrededor hay soledad, silencio, pobreza y dolor.
Sí, este año estoy un tanto nostálgica y un poco triste y no debería tener motivos para ello.
¿Qué os puedo desear?
Algunos años he deseado ser una gota de agua, he buscado la luz de Pamino y Pamina, la búsqueda de la verdad, la del amor y la solidaridad.
Pero creo que este año casi estoy deseando que se pare la función y seamos capaces de rebobinar y pensar que tanta discusiones, malas palabras mal intencionadas en cualquier partido político, en esos mundiales de fútbol donde no han existido ciertos derechos, donde el dinero permite el poder, y acerca la corrupción, pero que genera millones de espectadores, donde ciertos jugadores sienten miedo por su vida, por sus opciones personales de cualquier tipo y condición, el miedo a ser castigados con sus vidas en algo que debería ser el sano ejercicio del deporte que se convierte en competición de corrupción y que todos aceptamos como mal menor. ¡¡No, no!!! Si seguimos así, aceptando estas situaciones llegaremos a vivir y a hacer ciertas las palabras mal atribuida a Brecht:
“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé
silencio,
porque yo no
era comunista,
Cuando
encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no
era socialdemócrata
Cuando
vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no
era sindicalista,
Cuando
vinieron a buscar a los judíos,
no pronuncié
palabra,
porque yo no
era judío,
Cuando
finalmente vinieron a buscarme a mi,
no había
nadie más que pudiera protestar.”
Martin Niemöller.
Feliz Navidad desde lo más profundo de mi corazón.
¡Os quiero mucho!
Mª Virtudes Várez.
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