
Nos acercamos al fin de
otro año. Se cierra un periodo, comienza otro. Tenemos montones de proyectos
que sabemos a ciencia cierta que no llegarán a puerto.
Corremos demasiado y
soñamos poco, porque nos falta tiempo, tiempo para descubrir a los que nos
rodean.
En cierto modo no es que
no nos importen los demás, es que sencillamente
no nos importamos nosotros mismos. Pero
nos engañamos con falsas gratificaciones
que en el fondo solo consiguen ahogarnos, porque son el resultado del empleo de
nuestro tiempo en alcanzar metas que solo nos permiten Tener mientras aparcamos
el Ser.
Y así unos y otros
estamos en una carrera para alcanzar esas falsas metas que solo son fuegos de
artificio y que terminan no llenando el hueco de lo que buscamos en la vida.
Por favor, paremos,
escuchemos, hablemos, respiremos.
Es sencillo alargar una
mano y sentir el calor de otra mano, la caricia de un beso, el frescor de una
sonrisa. Dar la vuelta sobre nosotros mismos y apoyar nuestra espalda en otra
espalda que está haciendo lo mismo.
Me niego en estos días a
seguir escuchando palabras trasnochadas y perdidas en la historia y en el
tiempo. No quiero ver repetirse errores
históricos anteriores, costaron demasiado dolor.
No puedo comprender cómo
perdemos el tiempo en inventar una realidad ficticia basada en la injusticia y
comprobar cómo hay orejas capaces de oír, no de escuchar, esas historias
y ni siquiera plantearse si son ciertas. Triunfa la injusticia, la falta
de verdad, el engaño, la mentira
orquestada con todo tipo de tramoya tendente a anular la voluntad y el
sentido de la justicia.
No. Me niego. Y hoy quiero gritar, no nos
dejemos engañar por voces, por cantos de sirena , tenemos oídos y sabemos y
debemos escuchar y analizar lo que oímos y por supuesto actuar por un mundo
donde la verdad sea verdad, donde haya
pan para el blanco y para el negro, azul o amarillo, donde no aceptemos como
normal que los hombres o las mujeres mueran bajo las aguas del Mediterráneo,
donde cuando veamos morir a una persona en televisión de un disparo en
una de las guerras que en el mundo han
sido no nos quedemos impasibles porque como no nos hace daño …
Ver cómo nuestra tierra
se destruye por la avaricia de unos cuantos que a la postre piensan que “cuando
todo esto se destruya yo ya no estaré aquí”. Los que no se dan cuenta de que la
Tierra no es nuestra, que es solo un préstamo de la Naturaleza y que solo somos
inquilinos que incumplimos un contrato, el del respeto a esa tierra, porque el
futuro siempre lo vemos lejos, muy lejos, y además pensamos que no va con
nosotros.
Me está desbordando este
año, demasiada muerte, una sola es demasiado, y sé que no se puede producir el cambio de repente por arte de “birli
birloque”, pero pequeños gestos pueden ser el comienzo para los grandes
cambios.
Quiero a Melchor, Gaspar
y Baltasar, no quiero que la política me los cambie, quiero y exijo el derecho
a darles un beso a Sus Majestades y sentir que es cierto que son de “molla”, de verdad, y que el cinco
de enero vendrán a mi casa con unos pocos regalos, tiempo, amor, cariño,
diálogo, comprensión y, por supuesto, respeto.
Igual me he pasado en
pedir tantas cosas.
¡Hay que intentarlo!
¡¡Feliz Navidad!!
Mª Virtudes Várez .
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