El ayer y el hoy.
Simplemente te has ido.
Era un día familiar, la Nochebuena, estabas en tu tierra,
Bad Reichenhall , aunque nunca dejaste
de ser y ejercer de “gato”.
Una vida muy intensa entre Alemania y España, un no parar
hasta la muerte, “de la ceca a la meca”, como diría un castizo,
que tanto te gustaban. Porque por mucho que pesaran los alemanitos, tú te
sentías castizo.
Amabas mucho esta tierra, anduviste mucho por sus veredas.
Conocías como nadie el polvo de los caminos para conseguir ver una iglesuela
perdida en la nada de una ladera.
Dejaste tu huella en Marbore, en el Cilindro, y desde tu casa, desde el balcón, veías
Guadarrama y soñabas desde tu sillón con recorrer de nuevo Cuerda Larga.
Participamos contigo,” los Bregantes”, en aquellos
maravillosos veranos, en la búsqueda de Arpán, de Barfaluy, descubriendo los antiguos
arnales, nos sublevamos frente a tu poder y tu ciencia y después de aquella
caminata que no resistió Emiliano te encontraste con una Virtudicas que pedía y
conseguía agua, frente a tu ceño fruncido, la garrafa me la volqué encima de
golpe, teníamos la manos con pinchos de las aliagas a las que nos agarrábamos al
bajar de la torrentera. Bañistas furtivos
en una noche de luna en el rio Ara, el agua estaba algo más que fría, como
médico luego temías las consecuencias , pero lo único que sucedió es que los
chico lo recuerdan como una aventura más que no todo el mundo ha podido
vivirla.
Cantábamos de noche en Broto “salid niñas al balcón”,
haciendo las comparsas, en un pueblo en silencio, porque en el recuerdo, en tu
vida, Villena fue muy importante. Los largos veranos, antes de que yo naciera
en casa de mis padres. Cuando jugabas al futbol con los chavales en el “Villena
“y alguien dijo que no podías hacerlo porque eras extranjero, pero como
marcabas goles, los compañeros te defendieron. Aquel primer amor, tu primera
novia, Elia, de la cual te acordabas hace unos años y decías, serás tan
viejecita como yo. ¡Ese primer amor que se idealiza!
Vidas entrelazadas. Cuatro generaciones unidas por el cariño de una
amistad muy profunda. Muchos caminos andados, muchas emociones al recordar,
como cuando me enseñabas el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares y
me contabas medio llorando que siendo
niño le dijiste a tu padre:”Yo un día hablaré desde el púlpito del paraninfo” y
lo conseguiste, no en vano fuiste uno de los promotores del renacer de la nueva
Universidad de Alcalá.
Quedaras en el recuerdo junto con las palabra de Iradier
cuando escribió “La paloma” para Eugenia de Montijo.
Te hemos querido mucho.
Mª Virtudes Várez Pérez