domingo, 19 de junio de 2016

EL SOL Y LA LUNA.




Para mis nietas María Bregante Camús y Ayna Costa Bregante..




"En un tiempo muy lejano nos contaban nuestras abuelas una historia, una historia que  decía que antes, hace muchos años, sólo existía una gran oscuridad, una larga noche envolvía a la Tierra y a todo el Universo, hasta que las nubes que nos envolvían se marcharon y permitieron que pudiéramos  ver la luz.
Nuestro cosmos era un caos, todo revuelto, un planeta por aquí, otro por allá, hasta que  apareció un director de orquesta que estaba agazapado esperando  su momento para dirigir a los planetas, para organizarlos.
Los hizo ponerse en formación.
No discriminó a ninguno, daba igual su tamaño, grandes, medianos, más pesados y livianos se pusieron todos en fila y siguiendo las órdenes del director comenzaron a dar vueltas, a girar sobre sí mismos.
Pero… todos sabemos que a nadie nos gusta que  nos manden, así que  aparecieron los primeros insurrectos del Universo. 
Sí señor, la primera manifestación estelar.
Una serie de pequeñísimos cuerpos opacos  decidieron ir por libre y no seguir al resto como miembros de una manada. ¡Aquello era un verdadero caos!, se llegó a pensar  entonces en crear lo primeros semáforos. Pero había un problema ¡No había electricidad, ni tampoco bombillas!!!  Entonces al director se le ocurrió una idea magnífica, colocar a todos aquellos pequeños cuerpos a dar vueltas alrededor de otros cuerpos mayores, por ejemplo, algunos le harían la corte a Saturno, a otros más pequeños los mandó con Marte. Pero había un cuerpo muy feo, medio arrugado, escondido en un rincón, gimoteando casi en silencio, no quería que lo vieran, porque era muy extraño, no era redondo y atractivo, además no tenía luz propia como  el Sol que era el más presumido y que se dedicaba a encandilar a todos los demás, por ese motivo no quería hacerse notar.
De repente se oyó una voz profunda, tajante que casi parecía salir del fondo de una cueva  que dijo ¡Ya está bien, aquí nadie le va a hacer sombra a nadie! ¡Se han acabado los protagonismos, si tenemos que bailar, bailaremos todos juntos y nadie se quedará escondido en la sombra! En ese momento una pequeña lágrima se escapó del fondo de un cráter de la Luna y cayó en la Tierra, y se formó un océano.
¡Todos en fila!, vamos a darnos la mano y a girar cuando yo os lo diga, ¿de acuerdo? Y sonó un asentimiento general, un susurro estelar recorrió la profundidad del espacio.
¡ A la de una, a la de dos, a la de tres ¡ ¡Y … , ya!.
Era admirable como se habían puesto todos de  acuerdo y giraban, Saturno se había  vestido con una falda de tul de colores irisados y a su alrededor daban vuelta sonriendo otros cuerpos más pequeños como si formaran parte de su tutú.
En la última fila había un pequeño cuerpo que llamaron Plutón, estaba casi fuera del corro, y como era pequeñito tardaba mucho en dar la vuelta, estaba agotado, pero se consolaba porque sabía que muy cerquita de él estaba otro cuerpo más pequeño que pasaba totalmente desapercibido, decían que estaba más allá de Plutón. La verdad que su vida era un tanto azarosa, siempre corriendo si llegar, ensombrecido por su lejanía del Sol, pasaba frío y no tenía casi ni luz para andar el camino, ya que los grandullones de los demás planetas le tapaban sus rayos.¡ Era imposible vivir así! Era un planeta triste, siempre corriendo, amenazado con echarlo del grupo por llevar su propio camino y hacerlo como él quería. Pero nunca nadie le preguntó si quería cambiar de posición.
Ya parecía que todo estaba organizado.
Pero surgió un nuevo dilema, una cuestión.
Aquella pequeña roca arrugada, irregular, llena de cráteres  estaba muy triste, había querido estar cerca de la Tierra, pero  daba vueltas y más vueltas y tenía frío, el Sol y ella no se ponían de acuerdo, a pesar de que según las malas lenguas, los chismosos del espacio, decían que estaban enamorados y que por eso la Luna se había situado junto a la Tierra para ver al Sol, pero la verdad es que  este último intentaba darle cobijo, calor, afecto, pero, sus caminos eran distintos, porque si el Sol se acercaba mucho lo achicharraba, quizás por   su calor ¿o sería por  su amor? La verdad es que aquel amor silencioso casi platónico no funcionaba, los dos estaban tristes y la Tierra también porque no entendía ¿qué hacían estos dos tontos persiguiendo un amor imposible?! No podían ni siquiera soñar juntos y menos  bailar cogidos de la mano como el resto de los planetas afortunados.
Entonces surgió una idea magistral, coordinar el movimiento del Sol y de la Luna de tal manera que todos los días se encontrarían un ratito en  el Universo protegiendo, acompañando a la Tierra. Y a pesar de que el Sol, a su vez, había ganado un título de nobleza: "ASTRO REY", era humilde, porque había aprendido que su fuego, su ardor , que le quemaba por no estar con la Luna, era beneficioso para ella, porque la iluminaba y así entre los dos alumbraban a la Tierra por el día y por la noche.
¡ La dos tenían su brillo!
Las largas  noches del invierno y las largas noches ardientes del verano quedarían iluminadas por la Luna, y tendría un papel muy importante en los nuevos vecinos de la Tierra, les ayudaría a contar el tiempo y hacer más liviana la espera de un nuevo año.
Era mucha la responsabilidad de la Luna, su cometido no era fácil, guiar a los caminantes en los viajes a través del mar y en los caminos, mover las aguas del mar hacia arriba y hacia abajo, tanta marea mareaba, no había descanso salvo siete días de  cada veintiocho, y vuelta a trabajar de nuevo, un año detrás del otro.
El Sol tampoco paraba de correr por los caminos, de la mañana a la noche sin descanso, y en verano iba más lento el calo le agotaba, no tenía ni un momento de asueto.
Mientras, arde que te arderás,  fogata por aquí y fogata por allá. Todo el día sudando. ¡Ser rey no era precisamente un privilegio!, sin poder quitarse su corona y sin poder darse una buena ducha.
Se quejaban de él porque agostaba los sembrados; se alegraban las madres cuando se secaban las sábanas tendidas entre las cuerdas  de tender, era feliz, era lo que más le gustaba hacer  junto al dejarse caer por entremedio de los árboles, en los bosques frondosos,  al penetrar sus pequeños rayos juguetones entre las hojas de los mismos.
Aquel director de orquesta que organizo el Universo se planteó una cuestión. ¡Aquí va a haber un problema!, el Sol siempre corriendo por alcanzar a la Luna, siempre trabajando sin ningún día de descanso, este se nos va a enfadar y nos quedamos sin luz si apaga sus calderas, y entonces habrá que volver a ponerse a organizar el Universo ¡Con lo que ha costado!
Pensando, pensando, llegó a una pequeña solución. ¡Inventó el eclipse! el del Sol y el de la Luna, en el que por un momento estarían juntos y podrían demostrarse todo su amor."
                                                      Mª Virtudes Várez.

3 comentarios:

  1. Acabas de inventar el subrealismo romántico, sería maravilloso que la teoría de cuerdas le diese la razón a tu teoría sobre los amores planetarios. Es una narración preciosa para una noche de verano, esas donde creemos que todo es posible. Gracias.

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  2. Muchas gracias por tu comentario. Soñar es una necesidad para poder vivir.

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  3. Acabo de descubrir tu blog que tanto he echado de menos. Sabes que lo esperaba y ten la certeza de que poco a poco me pondré al día con todas las entradas.
    Felicidades por esta iniciativa.
    Besos sin recortes.

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