Navidad
2014.
Si.
Es Navidad, llegó el invierno, y vienen a mi recuerdo unas palabras que
alguien me dijo el año pasado en estas mismas fechas : “sueñas demasiado”
Y sí, quiero seguir soñando, que nadie me pueda robar mis sueños.
Porque sé que existen hombrecillos grises que por las noches nos roban los
sueños, y los días se convierten por eso en días de color gris.
Y no, no quiero perder mis sueños, ni mis deseos de libertad, de hablar, de
reírme, de compartir con los demás proyectos e ilusiones, de seguir buscando la
verdad y la justicia.
Este año, más que una felicitación, es una reflexión sobre tantas cosas
que nos rodean.
Os he deseado paz, felicidad, libertad…
Pero este año quiero desearos sueños.
Me
gustaría que cada uno de nosotros tuviera una cajita y que dentro de ella
tuviéramos guardados unos cuantos sueños que pudieran hacerse realidad.
O podéis escribir en un papel cada nuevo sueño y guardarlos en un libro,
en ese libro que tantas historias tiene dentro, que tantas veces ha conseguido
haceros soñar con otra vida, otros lugares, otras sensaciones. Ese libro
especial que todos tenemos.
Meted dentro el papel, pero ante apretadlo entre vuestras manos, cerrad los
ojos y pensar fuertemente en lo que habéis escrito. Y a finales del 2015 volver
a abrir el libro y leed lo que habíais escrito. Y quizás nos sorprenderemos al
comprobar que algunos si los hemos logrado alcanzar.
Este año quiero comprtir con vosotros el cuento de J. Azorín: "Lo que
trajo el rey Gaspar”, deseo que alguno lo lea, solo son 6 minutos mal
contados.
Felicidades .
Mª Virtudes .
Villena 19
de diciembre del 2014
LO QUE LLEVA EL REY GASPAR
(Cuento de
Navidad) José Azorín
"Los tres reyes han salido de sus palacios. Los tres son
viejecitos.
El rey Melchor es alto, con una barba blanca, con sus ojos
azules, con sus anteojos de oro.
El rey Baltasar es bajo,
un tantico encorvado, con un bigote largo y una perilla más larga todavía.
El rey Gaspar no usa nada
en la cara; va afeitado, pulcro, correcto, pero su nariz cae un poco en gancho
sobre la boca, y en la comisura de sus labios hay algo como una sonrisa
equívoca, inquietante, como una ironía vaga, desconsoladora.
Yo os digo desde
este instante, pequeños amigos míos, que no perdáis de vista a este
viejecito....
Los tres reyes van caminando durante la noche por un
camino largo; las estrellas brillan, serenas, rutilantes, en la bóveda negra;
abajo, en la tierra, tal vez en la lejanía remota, se oye un grito perdido o se
ve el resplandor incierto de una lucecita.
Esta lucecita
indica una ciudad.
Los reyes han
llegado ya a esta ciudad. Ya van a detenerse ante las casas; ya van a meter las
manos en sus grandes arcaces; ya van a dejar en los balcones sus dádivas
ansiadas. Pero los tres se detienen un momento antes de penetrar en la ciudad.
Antes, ya lo
habréis oído contar, estos reyes eran muy ricos y les ponían regalos a todos
los niños de todas las casas, de todas las ciudades; pero el tiempo ha corrido
mucho; las circunstancias han cambiado mucho para los reyes, y estos tres
excelentes monarcas, a fuerza de prodigar sus dones, han venido a ver
grandemente mermado su caudal.
Quiero deciros que Gaspar, que Baltasar y que Melchor se ven
todos los años en el terrible compromiso de no dejar sus recuerdos preciosos si
no a tales o cuales niños que el azar les designa.
Los tres reyes se
han detenido a las puertas de la ciudad.
Melchor, el de la
barba blanca y los ojos azules -no creáis a quien os lo pinta con la tez
negra-, tiene delante de sí una gran arca, que él ha abierto para inspeccionar
qué es lo que queda en ella.
Baltasar, el de la
perilla y el bigote reíros de los que os lo representan de otro modo, tiene
también su arca, y en ella, con el mismo fin, ha hecho su recuento.
Gaspar, pequeños
amigos míos, no tiene arca, no tiene equipaje, no tiene ningún camello, ni
caballo, ni asno en que llevar lo que ha de regalar a los niños, pero tiene una
nariz un poco encorvada y unos labios que expresan una ironía suave, vaga,
inquietadora.
Los tres reyes han
hecho ya su arqueo y se disponen a entrar en la ciudad. Como van siendo ya
pobres, ellos no llenan las cestas que hay en todos los balcones, sino que,
según la comodidad o el capricho, dejan sus mercedes y regalos en unos que son
pocos y pasan de largo ante otros que
son muchos.
He de deciros que,
para que sean más los niños favorecidos, los tres reyes han convenido, no en
donar los tres sus regalos a todos los niños elegidos, sino en que cada uno
haga su donación a cada niño.
Y así, de
tarde en tarde, Melchor se
para delante de una casa y abre su arcón; luego deja en la ventana su dádiva.
v Lo que este rey de la barba blanca
regala se llama: Inteligencia.
Al cabo de
un largo rato, Baltasar se
detiene ante otra casa y mete la mano en su tesoro; después pone su dádiva en la
ventana.
v Lo que este rey del bigote y de la
perilla dona tiene por nombre: Bondad.
Y solo este histórico rey Gaspar, este rey de la nariz picuda y de los labios
apretados, sólo este rey pasa, y pasa, y pasa ante los balcones y no se detiene
si no ante uno, o dos, o tres de cada ciudad.
Y ¿qué es lo que
hace entonces el rey Gaspar?. ¿Qué es lo
que regala este rey?. ¿Por qué es tan sórdido, tan avaro, tan riguroso en sus
regalos?.
Todo el tesoro de
este rey está en una diminuta caja de plata que él lleva en uno de los
bolsillos de su levita -no olvidad que los reyes usan ahora levita- .
Cuando Gaspar se
detiene ante un balcón, allá, muy de tarde en tarde, él echa mano de su pequeña
caja, la abre con cuidado y pone su donativo en el balcón.
No es nada lo que
ha puesto; es una cosa insignificante; es como humo que se disipa al menor
viento; pero este niño favorecido con tal regalo gozará de él durante toda su
vida y no se separarán de él ni la felicidad ni la alegría.
El rey Gaspar ha
depositado ya su regalo. Sus ojos verdes -no os he dicho antes que eran verdes-
brillan fosforescentes; su nariz parece que baja más sobre la boca, y en los
labios se dibuja con más profundidad su ironía vaga. Acercaos, pequeños amigos
míos; yo os quiero decir lo que el rey Gaspar lleva en su caja.
Sobre la tapa, con letras diminutas, pone: Ilusiones.
Os deseo, ilusión, inteligencia y bondad.
Porque:
©
la ilusión mueve a los hombres a avanzar,
©
la inteligencia, a caminar hacia delante,
©
y la bondad a luchar por la verdad y la justicia.
Y necesitamos un mundo mejor.
¡¡¡Felicidades!!!
Mª
Virtudes.
19 de diciembre 2014