lunes, 24 de octubre de 2016

Eras un viejo amigo a la vieja usanza, elegante, cortés, generoso y encantador, pero que siempre tenía guardadas unas historias que eran suyas y solo suyas.


Querido German, hace ya cinco años que te marchaste, de una forma discreta como a ti te gustaba vivir, y hoy me doy cuenta de unas coincidencias. Sí, hoy es el “Día de las Bibliotecas” en recuerdo de la destrucción de la Biblioteca de Sarajevo, incendiada el 1992 durante el conflicto balcánico.

Y hoy emprendiste tu viaje, hace cinco años. 

Tu que tanto habías leído, porque en el fondo tengo una duda ¿es posible que  hubiera algún libro qué no conocieras? Porque conocías a los libros como a unos buenos y fieles amigos, siempre te acompañaron junto con la música. Tus vivencias estaban impregnadas de historia, de literatura en primera persona. ¡¡¡Cuánto aprendí yo de ti!!! En nuestras largas llamadas semanales siempre aparecía el comentario de un libro,  y como siempre me sorprendías con alguna historia relacionada con su contenido o con su autor y te soy sincera yo hacía verdaderos esfuerzos en encontrar los libros, textos más raros o lo hecho históricos más desconocidos, en ocasiones con la ayuda de mis hijos que casi consideraban un desafío aquellas llamadas para intentar encontrarte en un renuncio. Pero nunca, nunca fue así, siempre quedábamos atrapados por tu discurso, por tus palabras tan sencillas y tan sabías.
¡Cuánta bondad existió en tu vida! Eras ese amigo fiel que siempre está a tu lado. Cuánto nos reíamos los dos, sentados en un banco,  en Santa Elena, ante una gente que pasaba por la vida “sabiéndolo todo” y rechazando la mínima ayuda o la más pequeña cortesía.
Eras un viejo amigo a la vieja usanza, elegante, cortés, generoso y encantador pero que siempre tenía guardadas unas historias que eran suyas y solo suyas. Toda una vida guardando tu secreto, un secreto que no intuíamos, pero que en un momento de confianza fuiste capaz de compartir con Fátima y conmigo. Rompía con los roles establecidos, con lo que tu sociedad esperaba de ti. ¡Qué dura fue por tanto tu vida y a pesar de  ello cuanto amor derramaste a tu alrededor!

Cuanto lo vimos, comprendimos tu secreto. Él también era especial, tan especial como tú lo eras. La vida te robó la vida.

Pero quiero decirte que siempre formaras parte de la nuestra.
Buenas noches Germán.

Mª Virtudes Várez.