Para mis nietas María
Bregante Camús y Ayna Costa Bregante..
"En un
tiempo muy lejano nos contaban nuestras abuelas una historia, una historia
que decía que antes, hace muchos años,
sólo existía una gran oscuridad, una larga noche envolvía a la Tierra y a todo
el Universo, hasta que las nubes que nos envolvían se marcharon y permitieron
que pudiéramos ver la luz.
Nuestro
cosmos era un caos, todo revuelto, un planeta por aquí, otro por allá, hasta
que apareció un director de orquesta que
estaba agazapado esperando su momento
para dirigir a los planetas, para organizarlos.
Los hizo
ponerse en formación.
No
discriminó a ninguno, daba igual su tamaño, grandes, medianos, más pesados y
livianos se pusieron todos en fila y siguiendo las órdenes del director
comenzaron a dar vueltas, a girar sobre sí mismos.
Pero… todos
sabemos que a nadie nos gusta que nos
manden, así que aparecieron los primeros
insurrectos del Universo.
Sí señor,
la primera manifestación estelar.
Una serie
de pequeñísimos cuerpos opacos
decidieron ir por libre y no seguir al resto como miembros de una
manada. ¡Aquello era un verdadero caos!, se llegó a pensar entonces en crear lo primeros semáforos. Pero
había un problema ¡No había electricidad, ni tampoco bombillas!!! Entonces al director se le ocurrió una idea
magnífica, colocar a todos aquellos pequeños cuerpos a dar vueltas alrededor de
otros cuerpos mayores, por ejemplo, algunos le harían la corte a Saturno, a otros más
pequeños los mandó con Marte. Pero había un cuerpo muy feo, medio arrugado,
escondido en un rincón, gimoteando casi en silencio, no quería que lo vieran,
porque era muy extraño, no era redondo y atractivo, además no tenía luz propia como el Sol que era el más presumido y que se
dedicaba a encandilar a todos los demás, por ese motivo no quería hacerse notar.
De repente
se oyó una voz profunda, tajante que casi parecía salir del fondo de una
cueva que dijo ¡Ya está bien, aquí nadie
le va a hacer sombra a nadie! ¡Se han acabado los protagonismos, si tenemos que
bailar, bailaremos todos juntos y nadie se quedará escondido en la sombra! En
ese momento una pequeña lágrima se escapó del fondo de un cráter de la Luna y
cayó en la Tierra, y se formó un océano.
¡Todos en
fila!, vamos a darnos la mano y a girar cuando yo os lo diga, ¿de acuerdo? Y
sonó un asentimiento general, un susurro estelar recorrió la profundidad del
espacio.
¡ A la de
una, a la de dos, a la de tres ¡ ¡Y … , ya!.
Era
admirable como se habían puesto todos de acuerdo y giraban, Saturno se
había vestido con una falda de tul de
colores irisados y a su alrededor daban vuelta sonriendo otros cuerpos más
pequeños como si formaran parte de su tutú.
En la
última fila había un pequeño cuerpo que llamaron Plutón, estaba casi fuera del
corro, y como era pequeñito tardaba mucho en dar la vuelta, estaba agotado,
pero se consolaba porque sabía que muy cerquita de él estaba otro cuerpo más
pequeño que pasaba totalmente desapercibido, decían que estaba más allá de
Plutón. La verdad que su vida era un tanto azarosa, siempre corriendo si llegar,
ensombrecido por su lejanía del Sol, pasaba frío y no tenía casi ni luz para
andar el camino, ya que los grandullones de los demás planetas le tapaban sus
rayos.¡ Era imposible vivir así! Era un planeta triste, siempre corriendo,
amenazado con echarlo del grupo por llevar su propio camino y hacerlo como él
quería. Pero nunca nadie le preguntó si quería cambiar de posición.
Ya parecía
que todo estaba organizado.
Pero
surgió un nuevo dilema, una cuestión.
Aquella
pequeña roca arrugada, irregular, llena de cráteres estaba muy triste, había querido estar cerca
de la Tierra, pero daba vueltas y más
vueltas y tenía frío, el Sol y ella no se ponían de acuerdo, a pesar de que
según las malas lenguas, los chismosos del espacio, decían que estaban
enamorados y que por eso la Luna se había situado junto a la Tierra para ver al
Sol, pero la verdad es que este último
intentaba darle cobijo, calor, afecto, pero, sus caminos eran distintos, porque
si el Sol se acercaba mucho lo achicharraba, quizás por su calor ¿o sería por su amor? La verdad es que aquel amor
silencioso casi platónico no funcionaba, los dos estaban tristes y la Tierra
también porque no entendía ¿qué hacían estos dos tontos persiguiendo un amor
imposible?! No podían ni siquiera soñar juntos y menos bailar cogidos de la mano como el resto de
los planetas afortunados.
Entonces
surgió una idea magistral, coordinar el movimiento del Sol y de la Luna de tal
manera que todos los días se encontrarían un ratito en el Universo protegiendo, acompañando a la
Tierra. Y a pesar de que el Sol, a su vez, había ganado un título de nobleza:
"ASTRO REY", era humilde, porque había aprendido que su fuego, su
ardor , que le quemaba por no estar con la Luna, era beneficioso para ella,
porque la iluminaba y así entre los dos alumbraban a la Tierra por el día y por
la noche.
¡ La dos
tenían su brillo!
Las
largas noches del invierno y las largas
noches ardientes del verano quedarían iluminadas por la Luna, y tendría un papel
muy importante en los nuevos vecinos de la Tierra, les ayudaría a contar el
tiempo y hacer más liviana la espera de un nuevo año.
Era mucha
la responsabilidad de la Luna, su cometido no era fácil, guiar a los caminantes
en los viajes a través del mar y en los caminos, mover las aguas del mar hacia
arriba y hacia abajo, tanta marea mareaba, no había descanso salvo siete días
de cada veintiocho, y vuelta a trabajar
de nuevo, un año detrás del otro.
El Sol
tampoco paraba de correr por los caminos, de la mañana a la noche sin descanso,
y en verano iba más lento el calo le agotaba, no tenía ni un momento de asueto.
Mientras,
arde que te arderás, fogata por aquí y
fogata por allá. Todo el día sudando. ¡Ser rey no era precisamente un
privilegio!, sin poder quitarse su corona y sin poder darse una buena ducha.
Se
quejaban de él porque agostaba los sembrados; se alegraban las madres cuando se
secaban las sábanas tendidas entre las cuerdas
de tender, era feliz, era lo que más le gustaba hacer junto al dejarse caer
por entremedio de los árboles, en los bosques frondosos, al penetrar sus pequeños rayos juguetones
entre las hojas de los mismos.
Aquel
director de orquesta que organizo el Universo se planteó una cuestión. ¡Aquí va
a haber un problema!, el Sol siempre corriendo por alcanzar a la Luna, siempre
trabajando sin ningún día de descanso, este se nos va a enfadar y nos quedamos
sin luz si apaga sus calderas, y entonces habrá que volver a ponerse a organizar
el Universo ¡Con lo que ha costado!
Pensando,
pensando, llegó a una pequeña solución. ¡Inventó el eclipse! el del Sol y el de
la Luna, en el que por un momento estarían juntos y podrían demostrarse todo su
amor."
Mª Virtudes
Várez.
Acabas de inventar el subrealismo romántico, sería maravilloso que la teoría de cuerdas le diese la razón a tu teoría sobre los amores planetarios. Es una narración preciosa para una noche de verano, esas donde creemos que todo es posible. Gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Soñar es una necesidad para poder vivir.
ResponderEliminarAcabo de descubrir tu blog que tanto he echado de menos. Sabes que lo esperaba y ten la certeza de que poco a poco me pondré al día con todas las entradas.
ResponderEliminarFelicidades por esta iniciativa.
Besos sin recortes.