Contadme un cuento, porque oigo llegar la noche y
necesito oír vuestras voces, necesito pensar para reflexionar.
Sé
que se escaparon de entre nuestros dedos demasiados días persiguiendo la
felicidad, pero quizás por ello, de tanto perseguirla, no nos hemos dado cuenta
de que estaba con nosotros, agazapada a nuestro lado, pero al ir corriendo no
la hemos visto.
Porque cuando llega y forma parte de nosotros no lleva un
letrero que nos informe como cuando llega un tren: “La felicidad llega por vía
3, con cinco minutos de retraso”
Son
momentos, instantes tan sutiles que solo percibimos cuando salíamos de ella y
es ese momento ya pasado en el que nos damos
cuenta de que habíamos estado a su lado.
En ese instante aparece en nuestro rostro una sonrisa nostálgica y una pregunta, ¿por qué no me di cuenta
y la viví más intensamente?”
Ralenticemos
nuestro paso, respiremos profundamente y miremos a nuestro alrededor, después
de todo, en ocasiones, al mirar pasar a la gente por la calle, en algún momento
nos hemos preguntado por esos seres anónimos que pasan por nuestro lado y nos
hemos preguntado ¿son felices? En otras
ocasiones ni nos hemos dado cuenta de que había más transeúntes por esa calle
buscando lo mismo que nosotros y que quizás una simple sonrisa, un gesto amable,
una palabra sincera puede generar esa sencilla y simple sensación de felicidad.
Porque la felicidad es sencilla, y ese es su problema, es tímida y no alardea,
simplemente está ahí y somos nosotros quienes debemos ser capaces de percibirla
y vivirla intensamente cuando la descubramos.
Estos
son los deberes que yo me mando para el próximo año, que yo os sugiero a
vosotros. Abramos nuestros sentidos.
Y
pensad que, si, según dicen, el aleteo de una mariposa en África puede generar
un tifón en el Pacífico ¿qué podremos hacer nosotros con alegría, con ilusión?
Yo
creo que intentar un mundo más humano.
Os
quiero a todos.
Mª Virtudes.